07 de febrero, 2020 | por Por Octavio Rivera / Border Center for Journalists and Bloggers
Carmona y Castañón, reporteras del Diario de Juárez, uno de los diarios de esta ciudad fronteriza de 1.5 millones de habitantes, se han convertido en esos periodistas de investigación que, lejos de la nota diaria, se dedican a reportear casos fríos, sepultados en el olvido, para encontrar evidencias de injusticias, actos de corrupción, o crímenes violentos que de otra manera hubieran quedado cubiertos por la impunidad.
Un ejemplo de esos periodistas es Jerry Mitchel, reportero del Clarion-Ledger en Jackson, Mississippi, quien logró reabrir un caso contra un integrantes del Ku Klux Klan dos veces absuelto del asesinato de un líder local de los derechos civiles ocurrido 30 años antes. Otro ejemplo destacado es el trabajo de la periodista Lise Olsen, de Houston, Texas, quien ha facilitado la liberación de decenas de personas encarceladas injustamente.
Como ellos, Carmona y Castañón revelaron en su reportaje las irregularidades del juicio contra los presuntos asesinos, seriales o masivos, de mujeres jóvenes que después eran abandonadas en el Arroyo El Navajo, en Práxedis G. Guerrero, un municipio semi abandonado por sus pobladores después de olas consecutivas de violencia originada por la llamada guerra contra el narcotráfico.
Ciudad Juárez, una historia de violencia feminicida
La investigación de Carmona y Castañón cobra mucha importancia en el contexto del feminicidio que ha alcanzado extremos trágicos en este estado del norte de México.
Entre 1993 y 2009 fueron asesinadas en Ciudad Juárez por lo menos 555 mujeres, de acuerdo con un seguimiento hemerográfico que comenzó a registrar la defensora de derechos humanos Esther Chávez Cano.
La activista murió en diciembre de 2009 y el equipo de Casa Amiga, la organización que fundó en 1999 para rescatar de la violencia a las mujeres en Ciudad Juárez, continuó el recuento.
Durante esos años no dejaron de sumarse nombres a la lista de muerte.
El 16 de diciembre de 2010, mientras preparaba una protesta en las inmediaciones del palacio de gobierno en Chihuahua, Marisela Escobedo fue asesinada de un balazo en la cabeza.
Escobedo había emprendido una cruzada personal para lograr que se castigara al asesino de su hija, Rubí Marisol Frayre Escobedo, asesinada en Ciudad Juárez en 2008, cuando tenía 16 años.
También se agregaron a la lista los nombres de al menos 24 mujeres, cuyos restos fueron hallados entre 2008 y 2013 en el Arroyo El Navajo, un terreno ubicado a 94 kilómetros de Ciudad Juárez.
En esos años Ciudad Juárez se hallaba prácticamente militarizada por la presencia de soldados y policías federales que participaban en el Operativo Conjunto Chihuahua, diseñado por el gobierno federal para desmantelar a los grupos criminales que operaban en la zona.
En abril de 2015, la Fiscalía de Chihuahua decidió presentar cargos en contra de 16 personas, 14 hombres y dos mujeres, a quienes acusó de haber asesinado a 11 de las víctimas del Arroyo El Navajo.
Era la primera vez que se utilizaría el nuevo sistema de justicia penal en un juicio masivo por feminicidio en Ciudad Juárez.
Por el número de víctimas, de imputados y de testigos involucrados, y por la expectativa que suscitó, el del Arroyo El Navajo fue bautizado como “el juicio histórico”.
Incluso dos organizaciones de la sociedad civil, la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez y Justicia para Nuestras Hijas, decidieron coadyuvar con el Ministerio Público y representaron durante el proceso a diferentes grupos de familiares de las víctimas.
Sin embargo, incluso antes del inicio del juicio surgieron dudas sobre la solidez de la evidencia en que se sustentaban las acusaciones.
Días antes del inicio del proceso, en marzo de 2015, peritos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentaron un dictamen en el que advirtieron deficiencias en las investigaciones relacionadas con el hallazgo de restos óseos en el Arroyo El Navajo.
En su dictamen, los expertos de la CIDH hicieron énfasis en la amenaza que constituía para el juicio que la Fiscalía sustentara su caso casi exclusivamente en pruebas testimoniales.
Al final, el juicio histórico y sus procesos subsecuentes terminaron con cinco de los imputados condenados a 697 años de prisión. Uno más recibió una sentencia de 430 años de cárcel y tres acusados más murieron antes de recibir sentencia.
Los siete restantes terminaron, con relación al caso del Arroyo El Navajo, siendo exonerados o puestos en libertad por falta de pruebas.
La revisión del juicio
Más de cuatro años después del inicio del “juicio histórico”, Carmona y Castañón, integrantes del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, decidieron revisar el proceso y analizaron y sistematizaron la información contenida en 40 de los 100 tomos integrados en la investigación 2104/2012, en la que se basó el proceso.
Al final, Carmona y Castañón revisaron tres juicios orales, un procedimiento abreviado y entrevistaron a expertos y familiares de las víctimas.
La investigación evidenció las cualidades proféticas del dictamen que la CIDH había entregado poco antes del arranque del juicio.
Después de analizar la información relacionada con la investigación, las periodistas identificaron 32 irregularidades de un “juicio histórico” que no lo fue.
Éstas son algunas de ellas:
- A pesar de que la Fiscalía se empeñó en la tesis de que las mujeres halladas en el Arroyo El Navajo fueron prostituidas durante varios meses antes de ser asesinadas, el hallazgo junto a sus restos de las ropas que varias de ellas vestían el día en que desaparecieron puso en duda la hipótesis de las autoridades.
- La Fiscalía estableció que las mujeres habrían sido asesinadas entre ocho y 12 meses antes de que sus restos fueron encontrados, pero no aportó pruebas científicas para sustentar esa tesis.
- El testigo estrella del caso, un menor de edad acusado de vender drogas en el centro de Juárez y que fue identificado por las autoridades durante el proceso como LJRL, incurrió en por lo menos 24 irregularidades o contradicciones durante cuatro de sus declaraciones ante el Ministerio Público y durante las vistas del juicio oral, de acuerdo con la revisión de las diligencias por parte de las reporteras.
- En una etapa del proceso, el testigo estrella señaló como responsables de los homicidios a personas que nunca antes había mencionado, y exculpó también a individuos que previamente había señalado como culpables.
- En un juicio posterior al proceso principal, el testigo principal de la Fiscalía aseguró que había sido torturado por policías municipales para extraerle su declaración. Tiempo después negó la tortura.
Después de concluido el juicio histórico, la violencia contra las mujeres no sólo no mermó, sino que se hizo más grande.
Entre 2015, año en que se realizó el proceso por el caso del Arroyo El Navajo, y 2019, por lo menos 478 mujeres más fueron asesinadas en Ciudad Juárez, de acuerdo con cifras del Observatorio Ciudadano Especializado en Género de la Red mesa de mujeres.
La violencia continuó
Un hecho que había dejado constancia tiempo atrás de la gravedad de la crisis de los feminicidios en la ciudad fronteriza fue el fallo que la CIDH emitió el 16 de noviembre de 2009, hoy hace ya más de 10 años, en contra del Estado Mexicano.
Tras el juicio González y otras vs. México, también conocido como el caso del “campo algodonero”, la CIDH en su sentencia hizo responsable al Estado por no garantizar la protección a las víctimas de feminicidio, a pesar de estar claro un patrón de violencia de género en Juárez y en el país.
Lo responsabilizó también de omisiones en los procesos de investigación de casos de feminicidio y estableció que el gobierno debía garantizar una vida libre de violencia para las mujeres.
Pero no ocurrió.
La violencia en Juárez siguió cobrando la vida de mujeres después de hacerse público el dictamen de la Corte, incluso la de algunas de ellas que se entregaron a la defensa de sus derechos.
- Josefina Reyes, quien denunció abusos de militares en Ciudad Juárez, fue asesinada el 3 de enero de 2010.
- Como ya se mencionó, Marisela Escobedo fue asesinada el 16 de diciembre del mismo año en la capital del estado.
- La poeta y activista Susana Chávez fue asesinada el 6 de enero de 2011 en la colonia Cuauhtémoc de Ciudad Juárez.
- Una evidencia clara de la vigencia de la crisis de los feminicidios en Ciudad Juárez se registró apenas el 18 de enero de este año, cuando, en pleno centro de la ciudad, fue asesinada la defensora de derechos humanos y artista plástica Isabel Cabanillas. Isabel tenía 26 años.
Lydia Cordero, directora de Casa Amiga, asegura que es imposible conocer la verdadera dimensión de la tragedia de los feminicidios en Ciudad Juárez. Decenas, quizás cientos de casos pudieron nunca haber sido documentados.
En Juárez, dice la activista, se combinaron perniciosamente factores sociales, económicos y culturales que hicieron de la ciudad tierra fértil para que germinara la semilla de la violencia contra las mujeres: Machismo acendrado, violencia doméstica impune, pobreza galopante, migración, desarraigo…
Todo eso combinado con una perenne falta de capacidad económica, técnica y humana en los sistemas policiacos y de procuración de justicia, que ha hecho imposible que se investigue debidamente el alud de asesinatos de mujeres que ha marcado a la ciudad.
En los últimos años, dice la activista, la presión de la sociedad y de las organizaciones civiles ha incidido en la creación de marcos legales e instituciones (como la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género), que en el papel dotan al Estado de mejores herramientas para combatir los feminicidios.
Pero, en su opinión, la simulación por parte de las autoridades, la añeja falta de recursos para la procuración de justicia y la falta de estrategias de prevención, entre otras fallas, han permitido que la violencia continúe.
De las 478 mujeres que fueron asesinadas entre 2015 y 2019 en Ciudad Juárez, de acuerdo con el Observatorio Ciudadano Especializado en Género, 180 fueron ultimadas el año pasado y son evidencia contundente de que la violencia contra las mujeres está hoy tan viva como siempre en la ciudad fronteriza, dice Cordero.
Blanca Carmona y Araly Castañón platicaron con el Border Center for Journalists and Bloggers sobre su investigación:
¿Por qué un juicio que tenía que haber sido impecable terminó tan cuestionado?
El nuevo sistema de justicia penal se estableció en Chihuahua en 2008, y creo que desde entonces los Ministerios Públicos no fueron debidamente capacitados. No estaban listos para llevar a cabo un juicio impecable en este caso.
El juicio ni siquiera incluyó a todas las víctimas, 24, que fueron encontradas en el Arroyo El Navajo.
Las fallas del juicio, que se haya hecho un trabajo tan mediocre, refleja un desinterés claro del gobierno del estado por investigar y castigar los feminicidios.
También, el gobierno estaba muy presionado, especialmente por el movimiento de madres de mujeres asesinadas que no han dejado de pedir resultados.
En esa época, en el Valle de Ciudad Juárez, empezaron a encontrarse infinidad de restos humanos de mujeres asesinadas. Encontraron muchos restos, que llevaban demasiado tiempo ahí. Se generó un escándalo.
El caso del Arroyo El Navajo se politizó de alguna manera, las autoridades tenían que encontrar culpables a como diera lugar.
¿Se les ha hecho justicia a las víctimas del Arroyo El Navajo?
El juicio en realidad generó más injusticia. Ahora tenemos a familiares de víctimas reclamando que se haga una justicia verdadera y a familiares de los condenados asegurando que son inocentes.
De todos los procesados, uno parecía tener un historial que lo podía vincular directamente con el asesinato de mujeres, pero incluso en su caso las pruebas de la Fiscalía resultaron poco contundentes.
Además, casi todos los condenados habían sido narcomenudistas, candidatos perfectos para acusarlos y enviarlos a la cárcel de por vida.
¿Es posible que se haya sentenciado a personas inocentes por este caso?
Sí, es posible.
Durante la investigación entrevistamos a un ex guardia de seguridad que fue procesado por el caso de El Arroyo El Navajo. Durante ese proceso fue absuelto, pero la Fiscalía le inició un nuevo proceso penal por la desaparición y asesinato de otras dos mujeres. El hombre fue absuelto en segunda instancia y liberado, a pesar de eso pasó un total de seis años en la cárcel.
En la época en la que ocurrieron los asesinatos de El Arroyo, era común en Ciudad Juárez que alguien fuera caminando por la calle y, de repente, sin ningún motivo, fuera detenido y acusado de cualquier delito. Los policías sembraban droga, cualquiera podía ser detenido y procesado por delitos que nunca cometió.
Su investigación fue titánica, ¿cómo describirían el resultado?
Estamos contentas, porque tuvimos acceso a mucha información que muchos reporteros nunca pudieron conseguir, especialmente a las carpetas de investigación.
Tuvimos que entender y aclarar muchas cosas: el número real de víctimas, quiénes eran realmente los imputados, cómo se desarrollaban los juicios orales, qué significaban términos jurídicos y médicos, el papel del testigo estrella de la Fiscalía…
Encontramos mucha más información de la que pensábamos que íbamos a conseguir. Creo que resultó mejor de lo que pensábamos.
Al principio nuestra pretensión era solamente describir el proceso penal y contar la historia de las víctimas, pero cuando tuvimos acceso a los documentos y comenzamos a leer las carpetas de investigación, nos dimos cuenta de que había un intento por sostener la teoría de que las mujeres habían sido prostituidas antes de ser asesinadas.
Ahí decidimos modificar el alcance de nuestra investigación.
¿Por qué era tan importante para la Fiscalía la tesis de que fueron prostituidas?
Porque así se ajustaba la realidad a la historia que contó el testigo principal del caso. Esa puede incluso ser una razón para que no se incluyeran en el caso a todas las víctimas del Arroyo El Navajo, que eran al menos 24, no sólo las 11 por las que se inició el proceso.
La teoría de que fueron prostituidas tampoco concuerda con las versiones de algunas de las mamás de las víctimas. Fue como una maniobra para ajustar los hechos a los dichos del testigo, más que un intento por criminalizarlas.
¿Cuáles consideras que fueron los principales hallazgos de su investigación?
- Sobre todo, encontrar y entrevistar al testigo estrella de la Fiscalía y ver cómo fue modificando su historia para ajustarla al guión de la Fiscalía. Era el testigo estrella de la Fiscalía y muchos creímos durante el juicio en lo que estaba diciendo, sin conocer todas las fallas del proceso.
- Descubrir que cuando hallaron los restos de al menos siete mujeres, traían la misma ropa que la última vez que fueron vistas con vida. Ese elemento cuestionaba profundamente la hipótesis de que habían sido prostituidas.
- Que los médicos establecieron, sin bases científicas, un tiempo de muerte de las mujeres que coincidiera con la tesis de la Fiscalía, cuando no había elementos. Los mismos médicos aceptaron más tarde que no había bases para hacer esos cálculos, aunque al principio nadie los puso en duda.
¿Cuáles fueron los principales obstáculos o problemas que enfrentaron?
El tiempo, sobre todo para presentar al final la historia al Border Hub. Nos faltó tiempo para revisar todos los expedientes, porque estábamos al mismo tiempo trabajando para nuestro medio.
También nos representó un problema que estábamos investigando un hecho que ocurrió hace mucho tiempo. Muchas de las personas que vivieron los hechos ya no están, tampoco muchos de los lugares. Prácticamente tuvimos que reconstruir todo con base en los documentos.
Fue muy complicado también organizar toda la información que obtuvimos.
Al final obtuvimos tanta información que produjimos una pieza muy, muy larga, que quizás nadie iba a leer y tuvimos que editar demasiado.
Si pudieran empezar de nuevo, ¿harían algo diferente?
Creo que hubiéramos planeado y organizado más nuestra investigación. No teníamos experiencia manipulando volúmenes tan grandes de información.
Si pudiéramos volver a entrevistar al testigo estrella de la Fiscalía, lo cuestionaríamos mucho más, le mostraríamos todas las contradicciones en las que incurrió, le preguntaríamos por qué inventó tantas cosas.
Cuando lo entrevistamos, poco después del juicio, el muchacho ya estaba metido completamente en su guión, y nosotras no sabíamos todo lo que ahora sabemos.
¿Hubo algo que no pudieron averiguar?
Si los militares tuvieron algo que ver. Hay indicios y testimonios que indican que pudo haber militares involucrados con esas muertes. Era una época en la que Juárez estaba militarizada y cerca del Arroyo había una base militar.
Tampoco pudimos llegar a una explicación de cómo o por qué murieron todas esas mujeres.
No pudimos determinar si fueron, por ejemplo, un “daño colateral” de la guerra contra el narco.
¿Cuáles son las principales enseñanzas que les deja este proyecto?
La necesidad de aprender a crear y manipular bases de datos, para de ahí sacar conclusiones. Nunca lo habíamos hecho, siempre habíamos hecho más un periodismo basado en entrevistas. Es muy diferente obtener documentos y organizar todo de una forma que te permita extraer la información, interpretarla y después armar un texto.
También aprendimos a trabajar en equipo. Cada una de nosotras tiene su estilo, sus tiempos, su forma de trabajar y creo que aprendimos a conciliar todo eso.
El apoyo de la gente del Border Hub fue vital, nos ayudaron y acompañaron todo el tiempo.
Después de su experiencia, ¿qué recomendarían a otros reporteros del Border Hub?
Que se hagan una idea clara del tiempo que tomará su investigación. Tener el tiempo adecuado es esencial para hacer un buen trabajo. Tres meses puede ser muy poco si su investigación es demasiado ambiciosa o no está debidamente acotada.
Es vital definir esos tiempos, especialmente para reporteros que se van a involucrar en una investigación de esta naturaleza, pero trabajan al mismo tiempo para un medio. Los medios no te van a dar el tiempo que necesitas, aunque hayan apoyado tu proyecto.
También les recomendaríamos que elijan para investigar un tema que conozcan muy bien y que acoten su investigación.
Nosotras en algún momento pensamos en investigar el caso de cientos de víctimas y evidentemente era muy complicado.
Del 1 al 10, ¿cuán felices están con el resultado de su proyecto?
Un 8 creo que sería una buena calificación. Al final nos faltó tiempo para aspirar a algo más.
FIN